Ni las mejores instalaciones, ni los mejores materiales, ni la sala de espera mejor decorada, ni la mejor nota de su promoción: lo que realmente define a un odontólogo es lo mismo que define a todo ser humano: su capacidad de ponerse en el lugar del otro, su cercanía y su amabilidad desinteresada con los demás. Es fundamental dar apoyo psicológico en la clínica dental para ofrecer un servicio integral y de calidad.

Una clínica dental que logre aunar profesionalidad y experiencia con un trato humano impecable tiene el éxito más que asegurado.

La relación odontólogo paciente

Si un odontólogo tiene empatia, es intuitivo para percibir cómo se sienten sus pacientes y trata de mantener una sonrisa perenne en su rostro, ya tiene más de la mitad del trabajo hecho.

Y es que es una realidad: la mayoría de la población sigue teniendo miedo cuando piensa en acudir a una revisión odontológica, sintiéndose protagonistas de una auténtica película de terror cargada de ansiedad y nerviosismo.

Los pacientes con este tipo de fobia tienden a sentirse vulnerables física y emocionalmente, lo que los lleva a evitar a toda costa tratar su problema bucodental o someterse a una simple revisión. Esto, inevitablemente, conduce a situaciones complejas: suelen pedir turno cuando su patología oral, cualquiera que sea, se encuentra en un estado avanzado -incluso, en ocasiones, irreversible-.

Sin dejar de lado el gran papel que juegan los medios técnicos y económicos en una clínica dental, al final lo más importante son las personas: ellas son quienes marcarán la diferencia entre una visita por obligación llena de inseguridades y un recuerdo grato que, además de ayudar a solucionar un problema de salud, se llevó lejos todos esos miedos.

El paciente no solo busca, sino que necesita, calor humano. Sentirse escuchado, comprendido y aliviado dentro de su zona de confort: eso es lo que quedará cuando tenga que acudir nuevamente a un odontólogo.

Consejos para el apoyo psicológico en la clínica dental

  1. Trata de evitar que el paciente no acuda a la cita atendiéndoles lo antes posible, reduciendo el tiempo de espera sustancialmente. Tu prioridad será que intuya la situación lo menos molesta posible y que, en todo caso, se vaya de tu consulta con buenas sensaciones, dejando atrás el miedo que antes le paralizaba.
  2. Localiza qué le ocasiona la fobia y combátelo a su lado. Escuchalo y busca junto al paciente una solución factible positiva para ambos.
  3. No solo es importante la comunicación verbal: la comunicación no verbal es fundamental. Muéstrate comprensivo, no des señales de queja o fastidio y sobre todo, nunca le dejes solo -ni física ni psicológicamente-.
  4. Comunícale, en todo momento, los pasos que estás siguiendo o que vas a seguir, cuáles son las sensaciones que va a percibir, qué materiales e instrumentos vas a emplear, si va a sentir algún tipo de molestia…, el hecho de “saberlo todo” reducirá su ansiedad y aumentará su confianza
  5. Una de las mejores técnicas para lograr un ambiente más relajado es la distracción. Intenta hablar sobre algún tema que pueda interesarle, como su familia o qué le gusta hacer en su tiempo libre. Bromea en la medida de lo posible buscando su sonrisa: una risa a tiempo reduce de inmediato el nerviosismo.
  6. La respiración es vital. ¡Utiliza técnicas de relajación y respiración para mejorarla! Muestra a tu paciente cómo abrir la boca sin tensar los músculos: es necesario para que la experiencia de la intervención sea positiva. De vez en cuando, realiza pausas para que pueda relajar el cuello, los hombros…
  7. Ten en cuenta que tu paciente no podrá hablar durante la intervención: tranquilizalo y llega a un acuerdo de “comunicación”. Por ejemplo, dile que si quiere parar o necesita algo, levante la mano. Se sentirá más relajado al saber que cuenta con esa posibilidad.
  8. Ha depositado su confianza y se ha enfrentado a sus miedos: hazle sentir que no es en vano, que está en las mejores manos posibles.
  9. Intenta que entre solo en la consulta para que puedas explicarle todo el proceso con calma sin que nada influya.
  10. Técnica de auto-instrucciones: anímale a que se repita mentalmente frases de ánimo que le positivicen.

Pacientes con ansiedad y estrés

¿Sabías que la odontofobia es una de las causas principales por las que las personas no acuden al odontólogo? Se caracteriza por mostrar un miedo elevado y excesivo a acudir al odontólogo. ¡Es mucho más frecuente de lo que se piensa! Y es que, muy a menudo, las intervenciones y tratamientos odontológicos se relacionan directamente con situaciones molestas, desagradables y dolorosas.

El temor existente en la odontofobia es fóbico. Para que un miedo sea caracterizado como tal, debe contener ciertos aspectos:

  • Irracional.
  • Excesivo.
  • Persistente.
  • Incontrolable.
  • Busca evitar la situación temida.

Asimismo, conlleva una serie de síntomas como la tensión muscular, el aumento de las pulsaciones cardiacas y respiratoria, la dilatación pupilar, el aumento de la sudoración o, incluso, dolores de cabeza y/o estómago. Algunas personas con fobia dental pueden ser tratadas con fármacos para controlar la ansiedad, pero la mayoría prefiere no tomarlos.

Tu consultorio debe contar con herramientas que traten de crear una atmósfera agradable para lograr un estado de paz y relajación. Por ejemplo;  la música ayuda a controlar la ansiedad

Comunicación odontólogo paciente

El miedo puede reducirse de forma sustancial, siempre que exista una buena comunicación odontólogo-paciente. Tener en cuenta los siguientes consejos:

  • Mantén en todo momento una actitud profesional, cercana y amable.
  • Muestra tu preocupación por el bienestar del paciente, pregúntale cómo está, si necesita algo o si desea parar por un momento. Tu actitud es vital para tranquilizarlo.
  • Los temores del paciente no se deben, en ningún caso, menospreciar. Hazle saber que son lógicos y que tú estás ahí para ayudarlo.
  • Informa al paciente de todos los pasos que vas a seguir, del procedimiento por completo y explícaselo de forma que sea comprensible.